LOS VALORES QUE ENSEÑA UN CARACOL

(A los niños y a las niñas, y a sus padres)

Por

Vicente José

El 27 de octubre de este año 2024, el peródico el Tiempo de Colombia publicó un extenso artículo acerca del caso del jóven estadounidense Sewell Seltzer de 14 años. Seltzer, estudiante de noveno grado, se suicidó luego de haberse enamorado perdidamente de Dany una chatbot que él mismo creó con inteligencia artificial. El artículo cita al psicólogo estadounidense Jonathan Haidt, quien al conocer el caso afirmó: “Hoy es más importante que nunca limitar el tiempo que niños y adolescentes pasan frente a una pantalla (…). La mayoría de los adultos saben cómo utilizar internet para su beneficio, pero los adolescentes no” -mucho menos los niños (el agregado es mío).

Sewell prácticamente abandonó el mundo real para sumergirse en el mundo imaginario de Dany, la criatura que hizo para resolver sus más íntimas necesidades insatisfechas.  Esta trágica historia nos urge a enseñar a los niños y a las niñas los valores del mundo real. Especialmente la inigualable belleza del mundo natural, la satisfacción con los talentos que nos fueron dados, y el contacto cara a cara con el otro (ser humano) y con los objetos físicos reales. Por esta causa, hoy quiero contarles acerca de un Caracol que no era feliz, pero que luego sí lo fue.

Un caracol en busca de la felicidad es un hermoso cuento de la autora de literatura infantil colombo noruega Lina Rincón. Ella escribió este cuento hace más de 25 años, recién graduada como diseñadora gráfica. El cuento no se publicó en esa época sino que se guardó en una gaveta. La gaveta resultó ser mágica porque después de dormir todos esos años el Caracol despertó exclamando: “¡no quiero dormir más, quiero ir a los niños y a las niñas del mundo porque tengo mucho que enseñarles”!

Un caracol en busca de la felicidad es la historia de un caracol que no se sentía contento ni por fuera ni por dentro. Desanimado y triste se decía:

“Tal vez si tuviera grandes manos,

a todos abrazaría como si fueran mis hermanos”.

Y después de lamentarse largamente de otras de sus características como:

“Tal vez si no fuera tan lento,

viviría contento”.

Finalmente, una voz suave le dijo mientras dormía:

“Si fueras más atento,

sabrías que ser lento

para nada impide vivir contento”.

La lección central de esta tierna historia, para los niños y las niñas, es: todos somos diferentes, pero cada uno es valioso por el talento y los atributos que le han sido dados.

Pero a través de su historia, este pequeño y al principio desanimado e inconforme caracol, tiene muchas otras cosas que enseñarle a los niños y a las niñas del mundo. Por ejemplo, antes de dormirse por 25 años, se decía:

“No sé qué pasa conmigo,

nadie quiere ser mi amigo”.

Pero cuando despertó, en su blanda cabecita había este pensamiento:

“Que para tener amigos fuertes y valientes,

sólo debes ser un caracol común y corriente”:

A través del libro, el Caracol, además de enseñar a los niños y a las niñas que deben estar contentos con los rasgos físicos y los talentos que Dios les ha dado, también enseña otros valores:

La belleza del mundo natural

Lina hizo todas las ilustraciones en acuarela de colores vivos, precisamente para que los niños y las niñas reconozcan que el mundo natural es pura belleza. Esto es de suma importancia hoy en día cuando el sistema se esfuerza por hacerle creer a los niños y a las niñas (e incluso a los padres) que imágenes distorsionadas y oscuras del mundo natural son más “cool” que la naturaleza en su expresión real. Y, el todavía mayor esfuerzo del sistema, por convencerlos de que el mundo digital, plano, impalpable, sin olores fragantes, ni sabores, frío e impersonal, es más interesante, por su ultramodernidad, que el mundo natural. 

Sin duda las tecnologías digitales son una valiosa y extraordinaria creación humana,  cuando se les usa en su contexto correcto. No como si fueran un fin, un valor supremo, sino como herramientas, medios, para lograr eficacia, para hacer negocios livianos, para comunicarnos a través de largas distancias. Parece ficción, sin embargo para algunas personas la vida sin el móvil ya no tiene sentido. Es una tragedia que los niños comiencen a experimentar esta clase de sentimientos tan temprano.

El valor de las cosas hechas con las manos

Este cuento tal vez no se publicó hace 25 años porque Lina quería que sus ilustraciones en acuarela acompañaran la historia, en tanto que el editor quería imágenes de computador. Las ilustraciones en acuarela tienen un tremendo valor, en sí mismas, porque son hechas a mano. Este libro quiere comunicar, especialmente a los padres de los niños y las niñas que lo lean, que hay un valor muy grande en usar creativamente las manos. Esto es de suma importancia en estos tiempos en que los pequeños están reduciendo el uso de las manos  a los dedos con los que deslizan la tableta y digitan las cada vez más pocas palabras del lenguaje digital. 

Hay más lecciones en Un caracol en busca de la felicidad, pero quedémonos por ahora con estas. Sólo permítanme agregar que Lina  escribe y vive en Londres, en compañía de su esposo Finn y sus dos hijos Samuel y David de 14 y 9 años respectivamente.

¡Que los niños y las niñas no pierdan el toque con el mundo físico!

Vicente José 

Autor invitado de Emisario  

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