El toque con el mundo físico

A las cuatro de la tarde, Tomás de seis años llega a casa, desde la escuela, en un barullo ininteligible de palabras. Se mete en su habitación, tira la maleta escolar al piso, y, en uniforme y con zapatos, se echa en la cama con su tablet entre las manos. 

Media hora más tarde, aparece Sisi, su hermana de siete años, diciendo también algo incomprensible con sus voz chillona, e intenta con Karina, su mamá, un beso en la mejilla (“intenta” porque, en el afán por meterse en la habitación, sus labios no alcanzan el cachete de ella). Sisi, más considerada que Tomás, se quita los zapatos antes de echarse en la cama. 

Karina recibe a los niños poniendo la mejor cara posible, después de pasar todo el día en reuniones virtuales por causa de su trabajo remoto: 

-¿Vas a comer algo? ¡Juana hizo galletas con maní esta mañana! -dice a cada uno (moviendo la boca provocadoramente como si estuviera comiéndose una), antes de perderlo en su habitación. 

Tomás responde con el movimiento de la mano, que Karina sabe significa: “mamá tengo algo más importante que hacer”. Sisi responde soplándole un beso de la palma de la mano, y, enseguida, se mete en la cama, con sus pequeñas y finas manos aferradas a la tablet rosa, como si alguien se la fuera a arrebatar. 

Sisi y Tomás, estuvieron absortos en sus tablets hasta las ocho de la noche cuando llegó, desde la oficina, Juan Luis, su papá, cansado por un día de trabajo estresante y un tráfico insoportable. Karina había logrado apagar su laptop a las 6: 30 pm, para ocuparse de la cena, y por eso se había “hecho de la vista gorda” con los niños. 

Juan Luis, a quien le toca el papel de “ogro” de la familia, pasa por las habitaciones, tan pronto llega de la oficina, hablando durito mientras palmotea: “¡Vamos, vamos, chicos ya eshora de comer!”. Protestando, los niños van al comedor con sus tablets en la mano: Tomás engulle puñados de macarrones sin apartar los ojos de la tablet. Acaba en un minuto. Sisi, absorta en lo suyo (la tablet), echa, con desdén, un que otro macarrón en su boca. Después de media hora Juan Luis la obliga a comer. 

Al otro día, los niños se resisten a levantarse: están cansados, malhumorados y nerviosos. El fin de semana, la dosis de tablet es mayor porque Juan Luis y Karina necesitan descansar. 

Esta escena, en un hogar de padres millennials, ¿es sólo ficción? Tal vez no. Es vital que los padres procuren y propicien, por lo menos, un equilibrio con objetos físicos, por ejemplo libros de cuentos infantiles, libros con historia de valores para niños y niñas. ¡Que nuestros niños y niñas no pierdan el toque con el mundo físico, en medio de una cultura cada vez más virtualizada! Que no pierdan el contacto con la naturaleza y las cosas naturales, hechura del Creador. 

Escrito por: Vicente José 
Autor invitado de Emisario  

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